la miro hasta olvidar
dónde están mis ojos: en mi cara
hasta olvidar
dónde están mis ojos: a más de medio metro
de ella, hasta olvidar
que son mis ojos los que me permiten
verla hasta olvidar
cualquier otra cosa por fuera de ella
hasta olvidar
cualquier otro orden por fuera
de sus ocho patas
sosteniendo un cuerpo
que no las justifica.
la miro fijo
fijo hasta olvidar
hasta perder
cualquier noción de tamaño
que me permita recordar
mirarla fijamente hasta olvidar
que no es lo suficientemente grande
como para saltar sobre mí y desgarrarme
la carne y comerme
viva y hacerme
aullar de dolor, y entonces
ahí sí, focalizar en sus colmillos
que abren y cierran, abren y cierran, escuchar
o creer escuchar el tac
tic tac tic tac tic
tac, y sentir
finalmente motivado
el terror primitivo
a eso que es más grande y me puede comer
y pedir, entonces
sin culpa
ayuda
y alegrarme cruelmente por las armas
químicas en mi mesita de luz:
el raid que define mis poemas
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